Realidad martes, 22 de junio de 2010

Porque el Peru no es solo lima

Realidad lunes, 21 de junio de 2010

Realidad

Yo, PERU!

Cuando hablamos de un peruano y, más aún, de la Identidad Nacional Peruana hablamos de una mezcla diversa de cultura, razas, comida, lenguas, estilos de vida, música, etc, etc. El peruano es lo que es, el criollo vivo, el choro pirañon, el estudiante aplicado, el cholo terco, la chipiba caliente ETC, es decir, todas las formas existentes de ser, mezclados en una super licuadora llamada Perú dan como resultado a este especimen tan peculiar llamado Peruano.















Realidad

¿Yo también me llamo Perú?
“Es la tierra del Inca que el sol ilumina, porque Dios lo manda,
y es que Dios a la gloria le cambió de nombre
y le puso PERÚ”

… Y en vez de Gloria, le pusiste cuatro letras, que bien combinan con nuestro Perú, que hoy en día, se ha convertido en símbolo de “gastronomía o turismo”, con una historia pasada muy enriquecida por anécdotas positivas, descubrimientos y/o hallazgos relevantes; pero que, como en toda novela personal, se llenó de errores imborrables que han pasado como cuento nacional de generación en generación, entre ferrocarriles, deudas externas, indios, mestizos y por fin un cholito… Claro, ese es el PERÚ, eso es lo mío, lo tuyo, lo nuestro… la historia de conquista, colonias y presidentes… la vida pública de los Prado, Pérez de Cuéllar, Velazco y un García… de simpatizantes y opresores… de los de la izquierda y ¿por qué no?, también de los de derecha… la historia que a muchos de nuestros abuelos les gusta contar en un atardecer junto a una taza de café mezclado a un sentimiento heroico por los que lucharon en esa guerra, por cada frase de “Yo los vi desembarcar esa tarde frente al mar, allá en la década tal...” “Claro, en la foto lo puedes ver hijita, ése, ése es Odría, mi padrino de casamiento allá en el 56´, cuando aún gobernaba… ay! Si te contara...”. Y la verdad es que sí, es cierto, cómo apasiona contar ese pasado, y aún mejor, darle el “retoque especial” como buen peruano, como buen criollo, dicen algunos, que somos.

Pero como toda memoria, dentro de cada historia, todos tienen ese ejercicio diario, ese pie que cojea, esa labia tan concedida como a la vez muy bien ganada que la etiquetamos como: nuestra criollada. Esa esencia tanto tuya como mía, que no es robada, sólo prestada, y que gracias a nuestro encanto se fusiona con otras palabras, de manera que ya no denota orgullo… como lo cita alguno:
“cabecear, pelar, sacarse una buena tajada son formas de criollada. No cumplir con una deuda, jalar el cable del vecino, coimear con sencillo a un tombo son clásicas criolladas. No devolver un libro, un disco o cualquier cosa que nos prestan. Ser impuntual es criollada. Total, ¡qué serán 10 minutitos! (…) Sacar ventaja de cualquier situación que se nos presente y colarse es una criollada. Exigir que nos den por lo que no hemos movido un dedo por conseguir es una criollada que linda con la mediocridad (…).Robar luz, contratar por asesor a la nana. Decir que son buenos maestros cuando no han pasado primaria. Argumentar con vales de pollo toda la plata que gastan. (…) denuncia que planchan camisas y lavan corbatas son maniobras acriolladas. Cuando muriendo de la risa cruzamos por la pista y no usamos el puente que hay a pocos metros es hacer la criolla (...) Si elegimos un presidente decimos ¡Que robe pero que haga! Eso es, en esencia, nuestra virtud deformada a punta de criolladas” (CARLÍN, Carlos. Perú 21)
Es típico encontrar en la mayoría de nosotros frases como las citadas o actos como los que estamos “acostumbrados” a presenciar, que no es un ego personal, sino por lo contrario, se nos pega como maña viviente, como esa muletilla en cada palabra, como “el pan bajo el brazo” con lo que dicen que nace todo bebe, que viéndolo bien, sería la suerte o la jugada maestra, el perfecto encaje que modela nuestras respuestas.

Quién puede olvidar el refrán de nuestros mayores: “a ver, dame ese repertorio infinito de explicaciones para justificar lo injustificable (…) ¿Qué cuento me va usted a contar hoy día, señorita? (…)”. Y es que sabemos que nuestro peruanismo de alguna forma nos va a salvar, si se utiliza de la forma correcta, claro está, sin más ni menos que lo preciso en piso, como se explica en “el arte de mecer”:
“(…)mantener por largo tiempo a una persona en la indefinición y en el engaño, pero no de una manera cruda o burda, sino amable y hasta afectuosa, adormeciéndola, sumiéndola en una vaga confusión, dorándole la píldora, contándole el cuento, mareándola y aturdiéndola de tal manera que se crea que sí, aunque sea no, de manera que por cansancio termine por abandonar y desistir de lo que reclama o pretende conseguir(…)” (VARGAS LLOSA, Mario. El comercio)

Esta creación en la labia no es para novatos, está bien visto, ya que es un quehacer difícil, que requiere talento histriónico, parla persuasiva, gracia, desfachatez, simpatía y solo una pizca de cinismo… Y es claro que cada uno de nosotros la ha sabido utilizar a su manera, para salir de un mal paso, podría ser, pero que de alguna manera nos hemos podido ver al descubierto, pues no falta uno por ahí que no se quede con las ganas de decir: “Mentía tan maravillosamente bien, con tanto aplomo y dulzura, que era imposible no creerle”

Yo me llamo PERÚ, pues mi patria peruana
con la sangre y el alma pinto los colores
de mi pabellón (…)

¿Acaso nos consideramos verdaderos pintores?. Si la respuesta es afirmativa, seremos pues entonces los maquilladores de las verdades, los estilistas de los errores, y si seguimos con este “orgullo nacional”, no tardaremos en caer en una falsedad sin retorno.

Realidad

En artículos y encuestas pasadas se mostraron características que el mismo peruano hace para referirse a ellos, en palabras de una ama de casa encontramos: “el peruano es emprendedor… el peruano es corrupto”; queda claro que nosotros los peruanos nos colocamos características contradictorias, entonces si no es nuestra forma de ser el orgullo del peruano, podemos decir entonces que el orgullo se fue formando a través de otras características. A continuación, presentaremos algunas actividades que promueve que el peruano se siente orgulloso de vivir en este país siendo realmente un peruano.

Hablemos de lo principal, la comida peruana. Es costumbre escuchar a algún peruano fuera del país diciendo que lo que mas extrañan es la comida peruana, la respuesta a esta inquietud es simplemente por que es característico de nuestro país, el olor, la sazón y la presentación hacen de la comida un orgullo, más aún cuando se habla del plato representativo y tradicional al cual todos llaman ceviche.

Como segundo lugar dentro de las preferencias de los peruanos se encuentran los deportes, en especial el fútbol. Sin embargo, todos tenemos bien claro que el fútbol peruano no es tan bueno y aún así cada ves que la selección juega todos “nos ponemos la camiseta” y alentamos a nuestro país. Hablemos del voley, en estos tiempos no es tan bueno como en tiempos pasados, pero también nos sentimos orgullosos de nuestro equipo por haber tenido los logros que tienen. En cuanto al surf, es un deporte del momento en nuestro país y aún de esta manera hemos llegado lejos y nos sentimos orgullosos y satisfechos de eso.

Por último, un punto importante es la cultura peruana, lo que nos identifica como peruanos. Si hablamos de Machu Picchu nos daremos cuenta que es el máximo orgullo del peruano, ya que gracias a este monumento estamos dentro de las maravillas del mundo, un motivo mas para sentirnos mas peruanos que nunca. El folklore, la fauna, la flora, la diversidad de especies y paisajes que nos permiten sentirnos parte de este país y de poder gritar que somos peruanos y que nos sentimos orgullosos de haber nacido en esta hermosa tierra del sol. El peruano no tiene claras las características propias y se contradice en indentificarlas, pero en una cosa todos coincidimos: el hermoso paisaje cuzqueño que siempre nos recordará que el Perú es especial en todo sentido y que poseemos gran fortaleza en nuestra identidad. El peruano es fuerza, tradición, unión y muchos adjetivos me vienen a la mente, podría definirlas en una sola: el peruano es “pasión por lo nuestro”


Realidad

Combi.tour
Cultura Chicha y nuestra identidad vista desde una combi: COMBITOUR

Este artículo está basado en una observación exploratoria acerca de la identidad que mostramos los peruanos vista desde una Combi, así como también las deficiencias y los beneficios que podemos encontrar de nuestra cultura llamada “Chicha”. Para la realización de este artículo observamos 4 distritos:
Callao
Miraflores
Centro de Lima
Surco
Luego de haber observado estos distritos y distinguir característica particulares que podrían darnos “luces” acerca de nuestra identidad, principalmente la denominada popular o “chicha”.
Para definir esta identidad chicha tendríamos que decir que es más bien un sincretismo, un conjunto de todas las distintas culturas de nuestro país conglomeradas en Lima, nuestra ciudad capital. No es totalmente andina, aunque tiene muchas características de esta, sin embargo tampoco es totalmente urbana, es una reunión de todas las culturas como la criolla y la limeña. En nuestro contexto la cultura chicha está vinculada con que está mal hecho, es inescrupuloso, delictivo, “huachafo”. Para algunos sectores de la población la cultura chicha tiene un aspecto marcadamente negativo, para otros sectores es lo “pintoresco” de nuestro país y para otros es simplemente la manera en la que viven.

La cultura chicha tiene 3 dimensiones principales: la primera, estético-cultural, esta se refiere a la música catalogada como “chicha”, una mezcla de tecnocumbia y huayno, a los colores estridentes característicos como el amarillo y el verde fosforescente o el fucsia, la combinación de las comidas, mezcla de tradiciones que se vincula con la “huachafería”, es decir el mal gusto, una connotación claramente negativa. Lo segundo, vinculado a la informalidad, y lo tercero a la flexibilidad de las normas y los valores, vinculado a lo inescrupuloso, fuera de las normas. Estas dimensiones se extienden a todos los ámbitos de nuestra sociedad, tanto político, social, económico o cultural.
En una combi es posible reconocer absolutamente los aspectos escritos en el párrafo anterior; vemos la identidad que hemos adquirido a lo largo del tiempo, este proceso en donde lo popular tiene una importancia inigualable y de la que todos formamos parte, queramos o no.
Según lo visto en combi-Perú ¿En dónde vemos lo “chicha” de nuestra cultura? Identificamos 3 aspectos que consideramos importantes y totalmente visibles.

La informalidad en nuestra cultura chicha:


Es uno de los problemas más relevantes en nuestro país, lo vemos en todas las modalidades posibles: la piratería, prostitución, comercio ambulante, contrabando, comercialización de drogas, Etc. Este, claramente es un aspecto negativo de la cultura chicha afectando tanto la economía como la integridad de las personas que trabajan en la informalidad y los clientes que reciben los “beneficios de esta”. La informalidad surge de la necesidad del peruano por generar ingresos que puedan satisfacer o, al menos, cubrir parte de sus necesidades básicas, en un contexto en donde el desempleo es un problema social persistente y el empleo formal cae en el límite de lo digno e indigno debido al incumplimiento de las leyes laborarles como remuneraciones ínfimas o exceso de horas de trabajo. Los altos costos de la formalización también es una explicación de la existencia de tantas empresas informales, aunque esta no está libre de costos, ya que continuamente sobornan a las autoridades por permanecer en sus puestos y seguir trabajando, una especie de “impuesto informal”. Las consecuencias graves del trabajo informal es no poder gozar de los beneficios sociales y laborales que forman parte de un contrato formal en el que se cumplan las leyes laborales como el seguro médico, el fondo de pensiones, la compensación por tiempos extras, sueldo mínimo y la jornada de 8 horas. Es indudable que el ejercicio de estas actividades informales impone límites para el crecimiento de nuestro país, pero también debemos considerar el contexto en donde se desarrolla la informalidad, principalmente la escasez de empleo y pobreza, problemas generalizados en todo el país.

Creatividad y recurseo de nuestra cultura Chicha

Relacionado ampliamente con la informalidad, el “recurseo” es esta habilidad para sobresalir de los problemas económicos creativamente optando por trabajos poco convencionales. Esta habilidad es una de las grandes características de los peruanos y uno de los aspectos positivos que consideramos que tenemos. Sin embargo, esta habilidad surge de una historia en donde nunca ha habido estabilidad económica ni un crecimiento sostenido, así como las altas tasas de desempleo e informalización en nuestro país. El recurseo es una especie de salvación en la que podemos hacer cualquier cosa, aprender de todo por si en algún momento tenemos la oportunidad de trabajar y sobrevivir. Un aspecto negativo de esto es que el recurseo nos coloca en una situación de conformismo ya que el recurseo se utiliza para sobrevivir y no para progresar ya que los empleos que obtenemos tienen poca duración y generalmente son informales. Existen también probabilidades de que si una persona ha “recurseado” siempre, pues solamente sepa ser recursero impidiendo la estabilidad, tranquilidad y crecimiento personal de la que todos tenemos derecho.

El problema del transporte público






Problema para unos, oportunidad para otros. Oportunidad de trabajo y al mismo tiempo, uno del mayor caos de Lima Metropolitana: el transporte público y especialmente la unidad de transporte más utilizada en el Perú, las combis.
Subirse a una combi es una experiencia “diferente”, los vehículos destartalados, en pésimas condiciones antihigiénicas, soportar la música a todo volumen, soportar los precios injustificados de los pasajes, ignorar o atacar el maltrato constante de los choferes y cobradores hacia los pasajeros y viceversa, los “dateros”, las multas, las coimas, los voceadores y demás características hacen que el transporte en una combi sea muchas veces un suplicio que millones de pasajeros tenemos que sufrir día a día. Un escenario perfecto para la actividad informal como los vendedores de golosinas y demás artículos, cantantes, payasos, mendigos y ladrones esperando la oportunidad; hasta el medio ambiente sufre las consecuencias del transporte público al contaminar las diversas calles de Lima.

Sin embargo, ¿los choferes y cobradores de las combis son los únicos culpables? Como consumidora asidua de este servicio mal prestado, muchas veces he sido testigo, y, con vergüenza, hasta protagonista de actitudes y comportamientos que refuerzan el problema de las combis y el transporte en general. Personas que piden que aumenten la velocidad del vehículo, poniendo en peligro sus vidas; que suben en el carro a pesar de que éste está “reventando de gente”; personas que no pagan el pasaje justo, e incluso maltratan a los cobradores insultándolos; que cruzan intempestivamente por las avenidas, haciendo que el chofer tenga que hacer maniobras para evitar un accidente, gente que pide que el vehículo los deje en paraderos no autorizados… ¿Somos o nos somos culpables todos de este problema?






Para comprender nuestra cultura chicha, no solo hay que considerarla como manifestaciones poco comunes o “pintorescas” llenas de informalidad o algo mal hecho relacionado muchas veces con lo ilegal o con la violación de normas. Debemos considerar nuestra cultura como todo un conjunto de manifestaciones que forman parte de un Perú en transformación en donde habitan y conviven todas las culturas posibles; todo ello también debido a la reestructuración del espacio geográfico y social. En resumen todo lo que vemos a través de una combi, las diversas manifestaciones culturales, la “criollada”, el recurseo entre otras forman parte de un proceso que viene desde años atrás y que tiene un poco de cada uno de nosotros.

Realidad lunes, 3 de mayo de 2010

¡Ay Zavalita! ¿En qué momento se jodió el Perú dices?

El Perú se jodió en el primer momento en que creyó que, en verdad, estaba jodido. El Perú se jodió cuando tomó esta frase y la hizo suya, tan suya, que se convirtió en lema del peruano.

“No me salió el negocio, es que aquí no se puede. El Perú está jodido.”
“Siempre lo mismo, delincuencia, injusticia, corrupción, ignorancia, el Perú nunca va a cambiar. Está jodido.”
“¿Quieres ser famoso, grande e importante? Pues ve sacando tu visa a cualquier otro país, porque aquí, eso, está jodido.”

El Perú se jodió porque los Juan, Victor, marta, rosa, Dionisio, maría, Isabela, y todos los peruanos con nombre propio, se convirtieron en Zavalitas y quisieron construir un futuro con el pasado.

El Perú se jodió cuando, pese a que cambiaron los protagonistas, el resentimiento hacia el enemigo de nuestros padres se volvió eterno. Chile nos ganó la guerra y tal vez más que eso. Pero ¿qué importa haber ganado la guerra si aún se puede ganar la paz? La pregunta es, ¿En verdad la queremos o es más fácil lamentarnos que luchar por ella?

El Perú se jodió cuando no entendió que no hay que ser el héroe de la historia para hacer nuestra propia historia. La independencia la declaró un extranjero y fueron extranjeros los que nos “dieron la libertad”, pero ¿acaso fuimos verdaderamente libres? ¿No somos aún esclavos de nuestro pasado y es la verdadera libertad la que estamos a aún a tiempo de buscar y obtener, pero por enfrascarnos en el inútil si hubiera no la vemos o ignoramos?

El Perú se jodió cuando subió tan alto que, cuando tuvo que caer, el golpe pudo más. La prosperidad falaz que nos dejó la época del boom guanero trajo tal sensación de derrota que ahora nos impide reconocer que se logró una vez estar arriba y que, por lo tanto, se podría volverlo a estar. Sin embargo, nos concentramos más en lo mal que hicieron otros y no el lo bien que podemos hacer nosotros ahora.

El Perú se jodió cuando unos creyeron que el rojo no era siempre rojo, pues existen distintas tonalidades. Si unos somos un rojo claro y otros son oscuro, ¿no somos todos al final rojo? ¿No corre por nuestras venas el mismo color, el rojo de la sangre indígena, negra, amarilla y blanca? ¿Será tan difícil decir “todos somos iguales” sin más tarde cholear, negrear o blanquear al otro?

El Perú se jodió cuando, del pasado, rescatamos o sólo recordamos lo peor. Los incas fueron sabios en su propio sistema y tal vez las cosas eran mejores antes. Sin embargo, la conquista sucedió y pese a lo que pudo o no haber sido, lo que fue, está hecho. No hay más marcha atrás. La conquista trajo miseria e injusticia, pero no se suponía que duraría siempre. No se supo o, tal vez, no se quiso verdaderamente combatirlas, pero nadie nos impide hacerlo ahora, salvo nosotros mismos. ¡Somos nosotros quienes elegimos hoy, mañana y siempre!

Zavalita, el Perú se jodió cuando no entendió o buscó siquiera comprender lo que pasó. El Perú se jodió cuando nos vendamos los ojos y nos tapamos los oídos y nos convertimos en títeres que frente a todo fracaso, en lugar de luchar y perseverar, no se cansan de preguntarse inútilmente:
¿En qué momento se jodió el Perú?

¿Cuánto tiempo más seguiremos siendo esos Zavalitas que preguntan y no hacen? ¿Cuánto tiempo tendremos que esperar para que, con total confianza y creyendolo firmemente, nos preguntemos en qué momento se enderezó el Perú?