Realidad lunes, 21 de junio de 2010

¿Yo también me llamo Perú?
“Es la tierra del Inca que el sol ilumina, porque Dios lo manda,
y es que Dios a la gloria le cambió de nombre
y le puso PERÚ”

… Y en vez de Gloria, le pusiste cuatro letras, que bien combinan con nuestro Perú, que hoy en día, se ha convertido en símbolo de “gastronomía o turismo”, con una historia pasada muy enriquecida por anécdotas positivas, descubrimientos y/o hallazgos relevantes; pero que, como en toda novela personal, se llenó de errores imborrables que han pasado como cuento nacional de generación en generación, entre ferrocarriles, deudas externas, indios, mestizos y por fin un cholito… Claro, ese es el PERÚ, eso es lo mío, lo tuyo, lo nuestro… la historia de conquista, colonias y presidentes… la vida pública de los Prado, Pérez de Cuéllar, Velazco y un García… de simpatizantes y opresores… de los de la izquierda y ¿por qué no?, también de los de derecha… la historia que a muchos de nuestros abuelos les gusta contar en un atardecer junto a una taza de café mezclado a un sentimiento heroico por los que lucharon en esa guerra, por cada frase de “Yo los vi desembarcar esa tarde frente al mar, allá en la década tal...” “Claro, en la foto lo puedes ver hijita, ése, ése es Odría, mi padrino de casamiento allá en el 56´, cuando aún gobernaba… ay! Si te contara...”. Y la verdad es que sí, es cierto, cómo apasiona contar ese pasado, y aún mejor, darle el “retoque especial” como buen peruano, como buen criollo, dicen algunos, que somos.

Pero como toda memoria, dentro de cada historia, todos tienen ese ejercicio diario, ese pie que cojea, esa labia tan concedida como a la vez muy bien ganada que la etiquetamos como: nuestra criollada. Esa esencia tanto tuya como mía, que no es robada, sólo prestada, y que gracias a nuestro encanto se fusiona con otras palabras, de manera que ya no denota orgullo… como lo cita alguno:
“cabecear, pelar, sacarse una buena tajada son formas de criollada. No cumplir con una deuda, jalar el cable del vecino, coimear con sencillo a un tombo son clásicas criolladas. No devolver un libro, un disco o cualquier cosa que nos prestan. Ser impuntual es criollada. Total, ¡qué serán 10 minutitos! (…) Sacar ventaja de cualquier situación que se nos presente y colarse es una criollada. Exigir que nos den por lo que no hemos movido un dedo por conseguir es una criollada que linda con la mediocridad (…).Robar luz, contratar por asesor a la nana. Decir que son buenos maestros cuando no han pasado primaria. Argumentar con vales de pollo toda la plata que gastan. (…) denuncia que planchan camisas y lavan corbatas son maniobras acriolladas. Cuando muriendo de la risa cruzamos por la pista y no usamos el puente que hay a pocos metros es hacer la criolla (...) Si elegimos un presidente decimos ¡Que robe pero que haga! Eso es, en esencia, nuestra virtud deformada a punta de criolladas” (CARLÍN, Carlos. Perú 21)
Es típico encontrar en la mayoría de nosotros frases como las citadas o actos como los que estamos “acostumbrados” a presenciar, que no es un ego personal, sino por lo contrario, se nos pega como maña viviente, como esa muletilla en cada palabra, como “el pan bajo el brazo” con lo que dicen que nace todo bebe, que viéndolo bien, sería la suerte o la jugada maestra, el perfecto encaje que modela nuestras respuestas.

Quién puede olvidar el refrán de nuestros mayores: “a ver, dame ese repertorio infinito de explicaciones para justificar lo injustificable (…) ¿Qué cuento me va usted a contar hoy día, señorita? (…)”. Y es que sabemos que nuestro peruanismo de alguna forma nos va a salvar, si se utiliza de la forma correcta, claro está, sin más ni menos que lo preciso en piso, como se explica en “el arte de mecer”:
“(…)mantener por largo tiempo a una persona en la indefinición y en el engaño, pero no de una manera cruda o burda, sino amable y hasta afectuosa, adormeciéndola, sumiéndola en una vaga confusión, dorándole la píldora, contándole el cuento, mareándola y aturdiéndola de tal manera que se crea que sí, aunque sea no, de manera que por cansancio termine por abandonar y desistir de lo que reclama o pretende conseguir(…)” (VARGAS LLOSA, Mario. El comercio)

Esta creación en la labia no es para novatos, está bien visto, ya que es un quehacer difícil, que requiere talento histriónico, parla persuasiva, gracia, desfachatez, simpatía y solo una pizca de cinismo… Y es claro que cada uno de nosotros la ha sabido utilizar a su manera, para salir de un mal paso, podría ser, pero que de alguna manera nos hemos podido ver al descubierto, pues no falta uno por ahí que no se quede con las ganas de decir: “Mentía tan maravillosamente bien, con tanto aplomo y dulzura, que era imposible no creerle”

Yo me llamo PERÚ, pues mi patria peruana
con la sangre y el alma pinto los colores
de mi pabellón (…)

¿Acaso nos consideramos verdaderos pintores?. Si la respuesta es afirmativa, seremos pues entonces los maquilladores de las verdades, los estilistas de los errores, y si seguimos con este “orgullo nacional”, no tardaremos en caer en una falsedad sin retorno.

3 comentarios:

Ness dijo...

Me gusta el tono con el que abordan y tratan sus ideas. El artículo está muy interesante y refleja bien la cultura de las escusas de los peruanos.

Un Cuento Peruano dijo...

Muy interesante y entretenida la manera en la que redactan, las citas utilizadas logran explicar perfectamente lo deseado, en este caso, lo que es una "criollada", cosas que definitivamente alguna vez hemos hecho.

Thalía Maxera dijo...

Me gustó esta entrada porque creo que define muy bien cómo somos los peruanos en realidad de una manera entretenida. Me pareció genial la parte de la cita de la criollada ya que pude ver muchas cosas que se dan a diario en nuestro entorno.

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