Realidad sábado, 1 de mayo de 2010


“(…) Abramos pues los ojos: no malgastemos, no derrochemos como locos”

Como lo diría el profeta de los ferrocarriles Manuel Pardo, con el que se comenzó el más famoso sueño, y por ende, el que más caro nos costó solventar, pues se requería de grandes personajes sobre rieles, tan fuertes e indestructibles nunca antes vistos por nuestros suelos, y aún más impresionante, a cuatro mil metros en trechos menores de cien kilómetros. Pero como en toda telenovela, especialmente para nuestra historia, no podía faltar el gran actor antagónico nominado a envolver y tentar el enorme proyecto que cambiaría nuestras vidas, y por supuesto, la inversión pública en el Perú del s.XIX, estamos hablando del famoso “empréstito extranjero”, traído ni más ni menos que de la lejana Londres, y por lo mismo, con millonarios costos por servicio, en caso nuestro, por escena al aire.

Es pertinente acudir a la ya famosa frase: “el pasado te persigue. . . y yo te lo dije Perú”, pues, el paisaje que se ha recreado líneas arriba, fue el comienzo del rodaje de una obra con sello peruano que, sin embargo, tuvo la desgracia de no mirar más allá del guión propio y simplemente optó por seguir saltando de nube en nube y no pisar tierra firme , dejándose así guiar por elogios y honores premeditados, tan alentadores, que incrementaban nuestro orgullo sobre el aire, por lo que definitivamente no permitió divisar el abrupto y frío choque contra el viento que, una vez más, no estaba tan a nuestro favor como lo habíamos previsto.

Por cultura e historia, tenemos conocimiento que dentro de nuestro país se imitaban varios estilos extranjeros como parte de las fusiones raciales o costumbristas que se traían de diversos lugares. Pues bien, la idea del proyecto vial que llamaba la atención, por ser novedad en nuestro territorio, eran los ferrocarriles y la ayuda que representaban éstos en el comercio de la ya tan visitada y distinguida Europa. Así pues, cuenta la historia que nuestro entusiasmo por este vigoroso “Caballo de hierro”, fue tan grande y esperanzador ante nosotros que no se empezó por construir una línea férrea sino, y ¿Por qué no?, lanzarse al ruedo con diez a la vez. Sin embargo, toda la puesta en escena que implicaban rutas o caminos, por dónde debían cruzar las líneas, fue un tremendo fracaso debido a los malos diseños o inexperiencias de los móviles políticos.

El golpe que soportó el país simbolizó una depresión territorial muy marcada en ese entonces, y es que fracasos como éste, entre los muchos que se han venido dando, son los finales e inicios que registran nuestra propia historia, y que a su vez nos obligan a despertar forzosamente a una realidad que, ahora, no es muy lejana a lo que llegamos a vivir en algún tiempo. Las preguntas que saltan a la vista refieren indudablemente a: ¿Por qué no lo vieron venir? ¿No era acaso un secreto a voces el futuro fracaso que tendríamos? ¿Traer “ferrocarriles” a nuestro suelo, a la alturas, a nuestros andes? ¿Por qué comenzar por montones? ¿Se le preguntó al pueblo sobre la decisión que se tomaría en sus territorios?

Como lo mencionó en algún momento el viajero Charles Wiener, al venir al país: “El silbido de la locomotora entrando a la estación no es el grito de triunfo de la civilización que llega, sino el gemido de la civilización que se siente extraviada”. Esto concluye perfectamente el modo final en cómo quedamos todos los peruanos, en otras palabras, una vez más entendemos que en cuanto a las decisiones que se deberían tomar a modo universal o que involucre todo un país, la primera y última palabra del discurso la toma un “selecto” grupo de personas “habidas” de conocimiento, que sin embargo, el craso o pequeño error que cometen en su acelerada firma al admitir un acto, es pagada por un pueblo que únicamente deseó en silencio: vivir con un estilo propio, sin imitar o modelar lo extraño o no afín a sus pensamientos.

Sin duda, somos concientes que las promesas fallidas formaron una crisis interna en cada uno de nosotros. Es entendible que al peruano le haya costado superar una derrota, comenzar nuevos caminos y simular, con su personalidad y esa viveza en particular, que se puede aprender del error con el conocido “las cosas pasan por algo”. Y es que finalmente es así, pasaron y se enfrentaron, volvimos a caer pero nos levantamos nuevamente, y todo ello con la finalidad de reconciliar aquellas experiencias pasadas que ahora las damos como olvidadas, pero que mediante la palabra o pronunciación de “nuestro origen” vuelve a ser partícipe de nuestro legado futuro.
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Ama de casa (55 años)
¿Sabías que en algún momento, el Perú, nuestro país, llegó a tener una solvencia económica, probablemente tres o cuatro veces mayor de lo que tenemos ahora?
Sí, escuché sobre eso, pero fue hace mucho tiempo creo. Sólo lo escuché, pero no lo he leído.
¿Tienes alguna idea en qué se perdió o gastó toda esa cantidad?
Por la población supongo, todo se fue allí.


Menor – estudiante 3º sec (15 años)
¿Sabías que en algún momento, el Perú, nuestro país, llegó a tener una solvencia económica, probablemente tres o cuatro veces mayor de lo que tenemos ahora?
No sabía que tenía tanta cantidad, pero sabía que tenía algo.
¿Tienes alguna idea en qué se perdió o gastó toda esa cantidad?
Lo perdieron por tontos (risas), el peruano no sabe economizar


Adolescente – mujer (18 años)
¿Sabías que en algún momento, el Perú, nuestro país, llegó a tener una solvencia económica, probablemente tres o cuatro veces mayor de lo que tenemos ahora?
Sí, sabía que existía una bonanza peruana, había bastante dinero
¿Tienes alguna idea en qué se perdió o gastó toda esa cantidad?
Por el mal uso que se le dio, para variar, así como ahora
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4 comentarios:

Unknown dijo...

Muy ben artículo acerca del derroche de la construccion de ferrocarrles, el guano, etc.



Daniela Paredes Y Mariana Sánchez

Un Cuento Peruano dijo...

Buen artículo sobre el análisis de todo lo que se derrochó en los ferrocarriles y que no se supo administrar. Tomaremos algunas cosas para el artículo final.

Un Cuento Peruano.

Ness dijo...

¿Cómo puede ser posible que todavía sigamos cometiendo los mismos errores después de toda la historia que tenemos? Esta bien, "el pasado nos condena", pero, ¿hasta cuando?

Thalía Maxera dijo...

Me pareció un artículo muy ineteresante y muy bien articulado. Me impactaron mucho las entrevistas hechas al final ya que muestran el poco conociemiento que tienen los peruanos sobre la historia de nuestro país. Si no conocemos nuestro pasado, ¿cómo seremos capaces de no cometer los mismos errores?

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